lunes, enero 28, 2013

Vértigos. Antología del cuento fantástico boliviano: lista definitiva de seleccionados.



Tras arduos meses de lectura, relectura y cuidadosa selección, el comité organizador tiene el honor de hacer pública la lista definitiva de los relatos y microrrelatos que conformarán Vértigos, antología del cuento fantástico boliviano, libro que será publicado en agosto de 2013 por la editorial El Cuervo. El comité, conformado por Fernando Barrientos, editor de El Cuervo, Daniel Averanga, Iván Prado y Guillermo Ruiz Plaza, trabajó desde agosto de 2012 compilando y seleccionando material ya publicado; desde noviembre, además, realizó la lectura y selección de los ciento diez relatos que, generosamente, enviaron a la convocatoria participantes de todo el país y bolivianos residentes en el exterior. El proceso contó con seis cribas selectivas y el comité trabajó en función de cuatro criterios, a saber: 1) la pertenencia al género fantástico moderno, 2) el manejo de los resortes narrativos y el lenguaje, 3) cuidado y acabado del relato, 4) originalidad. En total, son treinta y dos cuentos los elegidos y estamos seguros de que responden a las exigencias de esta antología, que, como su nombre indica, pretende reunir lo mejor y más granado de la producción boliviana actual dentro del cuento fantástico. Gracias a todas y a todos por su participación y entusiasmo. Ahora solo queda esperar la llegada de los Vértigos mejor escondidos de la literatura boliviana:

I. Identidades
1. “Nocturno nervioso”, Manuel Vargas
2. “Uno”, William Camacho
3. “Autorretrato”, Giovanna Rivero (microrrelato)
4. “Simetría”, Blanca Elena Paz
5. “Alma mala”, Adolfo Cárdenas I

I. Percepciones
1. “Los otros”, Edmundo Paz Soldán
2. “Los días”, Fabiola Morales
3. “El dedo de las nubes”, Jaime Nisttahuz
4. “Posibles revelaciones sobre la Semana roja”, Daniel Averanga
5. “Cochabamba”, Edmundo Paz Soldán (microrrelato)
6. “Palabras sacan palabras”, Pedro Shimose

 III. Apariciones y sueños
1. “El con caballo”, Manuel Vargas
2. “El sueño”, Elías Ghosn
3. “El aire de las montañas”, Pedro Rivera
4. “En el parque”, Emilio Martínez

IV. Seres y poderes
1. “Los motivos de Laura”, Dante Gorena
2. “El ángel”, Homero Carvalho (microrrelato)
3. “Incertidumbre”, Iván Prado Sejas
4. “¿No quieres acompañarme?”, Jaime Nisttahuz
5. “Ocho días”, Edgar Guery Quispe Durán
 6. “Alquimia”, Ana Rosa López (microrrelato)
7. “Pequeño cordero en la colina”, Liliana Colanzi

 V. Metamorfosis y bestiario 1.

 “Una historia de amor o las muertes de Montreal”, Luis Daniel Iturralde
 2. “Evolución”, Homero Carvalho (microrrelato)
3. “Inquietante espera”, Ayda Ruth Carrillo
4. “Zoología fantástica” (selección), María Soledad Quiroga (microrrelato)
5. “Sombras de verano”, Guillermo Ruiz Plaza
6. “Final de un oficio”, Alfonso Murillo
7. “Un ciclo de vida efímero”, Mariana Ruiz (microrrelato)
8. “La señora”, María Soledad Quiroga
9. “Contraluna”, Giovanna Rivero Fuente: Ecdotica

domingo, enero 27, 2013

‘Existen cuentos que me dan vueltas la cabeza durante muchos años’




Edmundo Paz Soldán. El escritor cochabambino habla sobre los problemas y soluciones que tiene a la hora de narrar. A pesar de que él se hizo conocer como cuentista, confiesa que detrás de cada narración hay un trabajo de relojería que puede durar hasta seis años. Su último libro, Billie Ruth, es, en cierta medida, un viaje que inicia su recorrido en el estilo narrativo de la literatura latinoamericana y finaliza en lo que él denomina la tradición estadounidense.

La Razón / Erick Ortega - periodista 00:00 / 30 de diciembre de 2012

—¿Dónde te sientes mejor en la novela o en el cuento? —Es una pregunta fácil de hacer, pero difícil de responder. Ahora que lo pienso, cuando tengo una idea para una novela, lo que me tranquiliza es saber que tengo dos o tres años para explorar ese mundo y en ese sentido me siento muy cómodo explorando. Me encanta perderme y estar meses escribiendo una nueva versión. “Cómodo” es una palabra tramposa porque igual la paso mal, pero creo que me gusta pasarla mal. En cambio, con el cuento es difícil, es una cosa mucho más condensada y yo tiendo a escribir mis cuentos en una primera versión, trato de escribir como si lo leyera, de una sentada. Cuando escribo la primera versión de un cuento me puedo tardar dos días porque todo es muy condensado. Pero revisarlo hasta quedarme satisfecho con ese cuento puede tomarme hasta seis años. Este libro (Billie Ruth) contiene 15 cuentos, pero escritos en 14 años porque el último libro que publiqué con cuentos fue Amores imperfectos. En esos 14 años he publicado antologías como Imágenes del incendio, Dochera y otros. Antologías en las que incluí algunos cuentos que están acá (en Billie Ruth), pero eran versiones que en este libro están revisadas. Quería incluir algo nuevo porque son cuentos que me seguían dando vueltas en la cabeza y, por eso, este libro tardó tanto en publicarse. En ese sentido, el cuento es para mí mucho más complicado, a pesar que mi primera práctica ha sido con el cuento, pero me cuesta mucho soltarlo y tener una versión definitiva quizás porque es un texto escueto y no tiene que haber una palabra demás. Encontrar esa condensación es difícil.

—Algunas de tus novelas parecen escritas como cuentos. Por ejemplo, Los vivos y los muertos...

 —Igual pasa con Norte. Lo que pasa es que planteo cada capítulo casi como si fuera un cuento, entonces puede ser que, sin querer, haya seguido escribiendo cuento mientras estaba escribiendo novela. Quizás en Los vivos y los muertos se nota más porque son diez personajes y cada uno tiene su propio monólogo, su propia historia. Por ejemplo, la novela que estoy escribiendo ahora (Iris) tiene cinco partes y cada una tiene 80 páginas. Esta novela la he planteado como una nouvelle, una novela corta. El asunto es que las cinco partes engranen como una novela.
—Al comienzo, en Billie Ruth hay pantallazos e historias parecidas a tus primeros trabajos...

 —El libro para mí es como un viaje. Cuando comencé estaba muy metido en la tradición latinoamericana del cuento, onda (Jorge Luis) Borges o (Julio) Cortázar con el final que es un juego de artificio, un golpe de efecto. En ese entonces no me interesaba tanto la profundidad psicológica de los personajes, entonces esa era la tradición latinoamericana. Luego, cuando me fui a Estados Unidos y comencé a leer, no comprendía bien la tradición norteamericana. Leía a (Ernst) Hemingway y sentía que le faltaba una página a sus cuentos y que éstos terminaban abruptamente y no tenían juegos de artificio porque eran más de profundidad psicológica, de situación, pero no había ese final latinoamericano. En este libro hay un intento de fusionar esas tradiciones, al comienzo los cuentos son más de la tradición latinoamericana, son cuentos más cortos. Los que van hacia el final del libro son cuentos más largos, éstos responden más a una tradición norteamericana, son más de personajes.La idea es que el libro (Billie Ruth) fusione esas tradiciones. En ese sentido he tenido un viaje. Si lo lees de principio a fin hay un viaje que empieza desde mis primeros cuentos.

—¿Es una forma de conocer una maduración en tu narración?

 —Creo que hay un cambio en mi concepción del cuento. La idea es tratar de no perder lo que ya tenía antes, con lo que comencé en mis primeros cuentos, e incorporar a eso otro tipo de desarrollo que es, sobre todo, el trabajo con el personaje. Si lo lees salteado (Billie Ruth) quizás no te des cuenta de eso, pero si lo lees en orden cronológico la idea es que se vaya creando ese efecto que haya un cambio y que tú mismo no te vayas dando cuenta y que el libro vaya cambiando hacia otra cosa.

—En tus cuentos hay muchos guiños con la música, el cine…

 —Me gusta dialogar con la literatura, el cine, los cómics, la música. En muchos casos son textos que nacen a partir de otros textos. Casa tomada es una fusión de una canción de la letra de Ryan Adams que me hizo recuerdo a Casa tomada (de Julio Cortázar) y traté de fusionar esas dos influencias. En el cuento Los otros tiene que ver con el imaginario de Phillip Dick, onda fantástica y ciencia ficción. Quizás es el único cuento que tiene onda fantástica, de ciencia ficción. La idea es que no desentone, ése era el desafío. Tengo una variedad de textos en extensión, registro y ojalá que el libro se pueda leer como unidad no como un juntado de cuentos. Me interesa mucho como desafío los libros de cuentos. Hablo de libros como el Llano en llamas (de Juan Rulfo) o Ficciones (Jorge Luis Borges) que entregan todo casi como novela, pero en realidad es un libro de cuentos. Libros en los que se va creando una atmósfera. Eso intenté hacer.

—¿Cuál es la propuesta de tu próxima obra: Iris?

 —Me interesa muchísimo dialogar con los géneros populares. En la novela Norte me interesó dialogar con el género policial y ahora hay un diálogo con la ciencia ficción. Para mí, en este momento, la ciencia ficción y la novela policial son dos géneros centrales. Esto lo digo por dos cosas fundamentales: la novela policial nos dice mucho de la corrupción actual en nuestras sociedades. La ciencia ficción nos dice mucho de nuestras ansiedades y proyecta tendencias. No entiendo la ciencia ficción ni me interesa escribir qué va a pasar en los próximos 50 años. Este libro de ciencia ficción nos puede hablar de nuestras ansiedades del presente. Es decir, la biotecnología, la manipulación genética, la clonación, los hackers y los virus que son ansiedades actuales

sábado, enero 26, 2013

"Mujer que no fuma " : Nuevo libro de relatos de Rosse Marie Caballero


El escritor Ernesto Díaz Rodríguez, dice acerca del libro:

"... Pero en el caso de Mujer que no fuma estamos ante una obra literaria donde se destaca el talento y la originalidad creadora de Rosse Marie Caballero, quien ha dado a luz estos maravillosos cuentos en fértiles quimeras y sutil rebeldía. No es dificil percibir que en cada relato ha puesto el corazón. Sus arterias, abiertas a las realidadesy a la mejor fantasía, son ríos de pasión que corren por cada página. Canto de pájaros silvestres desde las copas más altas en los árboles del Ñancahuazú histórico, donde aún le parece que reverdecen las pupilas de una legendaria guerrillera que nunca ha muerto en su imaginación. Mujer que no fuma es su Cochabamba querida; son sus calles, sus parques y sus travesuras de niña. Y son toda la alegría y las tristezas de Bolivia, con sus ventanas cerradas a la brisa del mar, pero abiertas de par en par a la sensibilidad humana. Y son, al mismo tiempo, situaciones humanas universales, historias de terror, no el terror de una película del género, sí el terror de vidas estremecedoramente solitarias y desencontradas..."

Rodes Printing, Miami, Fl. USA

viernes, enero 25, 2013

Alejandro Suárez, políticamente incorrecto




Por: Claudio Ferrufino – Coqueugniot

Let it roll, baby, roll Me parece escuchar la envolvente voz de Jim Morrison. Lo he buscado en el Whisky a Go Go, en Père Lachaise, en los pezones oscuros de Elisabeth bajo los árboles de Molle-Molle. En Kerouac. Pienso en él cuando me lanzo por los caminos de Norteamérica solo, turbio y lúcido, viendo morir noches y nacer amaneceres sin descanso. ¿Por qué introducir a un escritor y su libro así? ¿Hablar de mí para hablar de otro? Nada de vainas de recursos literarios; hacerlo implica complicidad, deslumbre por lo irredento, por lo cínico y tierno que aparece a borbotones en las páginas de El perro en el año del perro, novela del autor boliviano -cruceño- nacido en La Habana, o cubano sito en Bolivia, como si eso importara. Viene de 1971. Ha muerto la Era de Acuario. Las mujeres que paseaban desnudas a la intemperie se han convertido en madres, abuelas, inversionistas de Wall Street. Obviaron la voz del coño, fugaz pero plácida, para tomar la lujuria del billete. En ese año nace Alejandro, en un mundo en apariencia huérfano. No existe el Che, tronaron a Lumumba, las revoluciones no son lo que pregonan, y los Stones despidieron una época, bajo la despectiva mirada de los Hell Angels, en Altamont. Dura herencia. Para crecer habrá que fundarse de nuevo. De esa debacle de sentidos e ideales viene este hombre, ya o casi cuarentón, que con desparpajo expone en novela avatares y aventones de un joven en busca de todo. En la literatura y cine bolivianos ha habido intentos de recrear el pasado juvenil con méritos y errores diversos. Ni sé, o no me acuerdo, cómo se denomina este género literario que para mí tiene su cumbre en El gran Meaulnes, de Fournier. Pero nada más ajeno a Fournier, o a su hermano mayor en novelística, Proust, que el libro de Suárez. No ha lugar la nostalgia. Melancolía es puta palabra-obstáculo. En esta carrera por vivir no hay tiempo para espaciarse con memorias tristes. Incluso el recuerdo del amor carnal de una muchacha holandesa hace parte de un cínico divertimento, egoísta, donde la satisfacción de uno es prioridad y fin. Volviendo a páginas semejantes de nuestra literatura, que no creo conocer completa ni sentirme agorero, me parece que pierden en la comparación. Suárez hace gala de una dinámica y un lenguaje que exudan vitalidad, aparte del magnífico humor casi desconocido por nosotros. No se trata de lacrimosas y patéticas rememoraciones de supuestamente mejores días. Aquí no hay ni abuelos, ni maestros, ni escuelas, o noviecitas por las que uno suspire. Es tiempo de carne, de un cuadril sanguinolento acompañado de chacareras, o de un culo con solidez de roca. Por supuesto que el personaje central, como cualquier humano, falible e inconstante, peca de denuedo senil, romántico, ilusorio en su descubrimiento de lo que podría ser el futuro. Pero ahí queda. El individuo se renueva, arremete, embate, que al final la vida es simple y buena si se la sabe llevar, y las caídas se curan, como la gonorrea con antibióticos, y de nuevo a copular. “(…) Me siento más lúcido que Sun Tzu. Todo se resume a una frase más simple que la tabla del uno. Llevarla a mi mundo”, dice Suárez, y en eso condensa la visión del muchacho que protagoniza la aventura de esta narración: uno siempre, o casi siempre, gana de local. In vino veritas, el sexo como el alcohol, en ti me encuentro, en tus jugos, tus sudores, tus cabellos. Tu calzón es mi patria. Como te llames no importa. Machismo, puede ser. Supervivencia también. No le hace, estamos en un mundo de ficción, cuyo paralelo con lo real no nos incumbe, donde nuestro hedonismo de lectores, igual al del creador, demanda satisfacción del instinto que permite perdurar. No cabe futuro en la pena, lamentarse de sí mismo, renunciar, fracasar. El adagio del hombre es el lobo del hombre se transforma en el hombre es el lobo de la mujer, a quien se acecha, devora, disfruta. Y, todo vale, incluso amor. Me gusta como Alejandro construye sus capítulos, a la usanza del Quijote, o de franceses e ingleses del ochocientos, con un resumen de lo que va a exponerse en ellos. Pero sus “resúmenes” se caracterizan por ser arte en sí mismos, sarcásticos, burlones, irreverentes: Un alien en el templo de la rumba y la bachata; Experiencias vitales de corto alcance; Tensión en el trufi; Maja desnuda, tropical y posmoderna; Violando el mandamiento vegetariano con carne de llama. Ejemplos de una escritura de vértigo adrede. De lo mejor que ha caído por mis manos de incipiente crítico. Obvio el entorno: Santa Cruz de la Sierra. ¿Podría haber sido otra ciudad? Dada la maestría del autor, creo que lo haría bien en cualquier lado. Sus calles, lugares, idiosincracia lo envuelven. Es testigo y actor de un mundo preciso y una etapa delimitada. Pero si a la larga la novela parece inclinarse hacia una road movie significa que el personaje quiere removerse de encima el peso de los límites. No va a quedarse y acabar como sin duda harán tantos en derredor, machos y hembras. Sus horizontes apenas se abren y la compañía, que debe ser circunstancial para quien desea conquistar el universo, sirve de momento. Primera novela de un escritor ya maduro, logrado. Alejandro me ha enviado algunos cuentos suyos que anteceden a El perro en el año del perro. No he querido tocarlos, para no contaminar la maravillosa impresión e inmenso placer que ha sido leer la obra. Y en la pequeña vanidad que tenemos los hombres, gigante en los escribanos, perdón escritores, el gusto de escuchar a Alejandro Suárez decir que mi El exilio voluntario le sirvió de inspiración. El perro en el año del perro está cargado de “días de mierda”, de “gringas putas”, extraños amigos, madres lesbianas y padres inseguros. Libro de motel, de bar, de la grandísima afición que mueve el mundo, mayor que cualquier filosofía: un buen polvo.

 Fuente: lecoqenfer.blogspot.com

jueves, enero 24, 2013

El perro en el año del perro: un empate convertido en victoria




Por: Ricardo Bajo

El escritor cruceño (nacido en Cuba) Alejandro Suárez Castro no tiene “padrinos” literarios, ni siquiera “cuates” en alguna editorial boliviana. Su novela El perro en el año del perro ganó un concurso y fue publicada por el fondo editorial de la Universidad Gabriel René Moreno en 2012. Suárez Castro no forma parte de ninguna rosca literaria pero ha parido una de las mejores novelas bolivianas que he leído en años. Fresca, potente, vital, magnética, políticamente incorrecta, salvaje, descarada, jaranera y fascinante. Van a perdonar tanto adjetivo pero la lectura de El perro en el año del perro me ha dejado una extraña sensación de felicidad, de reconciliación con nuestras letras. Gustavo es un personaje potente con una vida de mierda, con un futuro trazado (novia bien, trabajo bien, auto bien, condominio cerrado, hijos, hipotecas…) y con unas ganas irresistibles de hacer una gambeta a todos y todo (el fútbol no podía estar ausente). Las referencias cinéfilas, los tributos literarios (de Vargas Llosa a Kundera); el ritmo narrativo (asemejado a la fuerza del funk homenajeado); y la crítica despiadada a lo convencional y al propio país (desde las modelos de Manzoni a los hábitos collas) arman una obra que no deja títere con cabeza. A ratos nihilista, a ratos esperanzadora, a ratos rebelde, a ratos conformista. Inseguridades y orgasmos; tristezas reflexivas y ásperas como un buen acorde de “blues”. Y un final con restaurante de carretera y esperanza. Gustavo es un cobarde cómodo, diseñador gráfico, con una corteja que habla con palabras en inglés; Gustavo coge clandestinamente con una holandesa hippie de paso por Santa Cruz; y es un fiel creyente en las respetables y masculinas instituciones locales: viernes de soltero, jueves de frater y domingos de fútbol. El perro en el año del perro tiene frases geniales, diálogos trepidantes y fragmentos para no olvidar: “para que una relación fuese duradera, el deseo sexual tenía que mantenerse con los años y la única forma de lograrlo era asegurando la genética de mi novia. ¿Cómo? Examinando el físico de mi suegra. Más claro ni el agua”. Suárez Castro describe una Santa Cruz juvenil y jaranera de manera brutal (“este pueblo está lleno de psicópatas reales”) y no tiene reparos a la hora de arremeter contra todo -desde el heavy metal a las gringas progresistas de paso por Bolivia, desde la juventud decadente enganchada al humo-cerveza-videojuegos a esas tradiciones bolivianas arraigadas como perder en el fútbol y en las guerras. “Ante la escasez de alegrías, convertimos los empates en victorias”. El perro en el año del perro dibuja una sociedad decadente, que se autoengaña; pinta una familia disfuncional y ordinaria con unos personajes que huyen de sí mismos y del país, para luego quedarse porque Bolivia es nuestro mundo. Porque nos conformamos con poco, porque entregamos casi todo y porque simulamos siempre ser felices. Como Gustavo, como todos. Víctimas de un “bovarismo” sin freno (de ese estado de insatisfacción crónica producido por el contraste entre las ilusiones y las aspiraciones y la propia realidad que suele frustrarlas). Vitalidad, humor, sexo, mucho sexo (sin complejos), vértigo, cruceñidad insolente que sale por los poros, atmósferas “bukowskianas” y un ritmo cinematográfico trepidante que atrapa al lector para hacerlo reír y gozar. Es el estreno de un narrador con sello propio (hablo de los resúmenes en cada inicio de capítulo); con una riqueza intertextual arrebatadora (cine, libros, rock, fútbol, filosofía popular…); con una habilidad inusual a la hora de construir personajes; y con unos diálogos trepidantes. Suárez es el secreto escondido de la literatura boliviana. Y amenaza con una novela policíaca. Esperaremos a ver qué pasa. Mientras tanto disfrutemos con El perro en el año del perro: un canto al goce de los placeres sencillos y cotidianos. Fuente: La Ramona

miércoles, enero 23, 2013

‘El perro en el año del perro’ : Primera novela de el escritor cruceño Alejandro Suárez Castro


Gustavo es un cobarde cómodo, diseñador gráfico, con una corteja que habla con palabras en inglés; Gustavo coge clandestinamente con una holandesa hippie de paso por Santa Cruz; y es un fiel creyente en las respetables y masculinas instituciones locales: viernes de soltero, jueves de frater y domingos de fútbol. El perro en el año del perro tiene frases geniales, diálogos trepidantes y fragmentos para no olvidar: “para que una relación fuese duradera, el deseo sexual tenía que mantenerse con los años y la única forma de lograrlo era asegurando la genética de mi novia. ¿Cómo? Examinando el físico de mi suegra. Más claro ni el agua”

lunes, enero 21, 2013

Novelas fundamentales

Por Rubén Vargas - periodista Hay varias razones para celebrar la publicación de la colección 15 novelas fundamentales de la literatura boliviana. Se puede celebrar, por ejemplo, que sea fruto una tarea conjunta del Estado, la carrera de Literatura de la UMSA, editoriales independientes como Plural y la Embajada de España. Se puede celebrar también que la selección de la obras haya sido participativa. Académicos, críticos, escritores, editores, y periodistas culturales tuvieron voz y voto en la discusión y definición de la colección. Estos dos hechos hicieron posible un proceso y un resultado plurales. En este sentido, es notable, por ejemplo, que la colección incluya Raza de bronce de Alcides Arguedas, habida cuenta que esta novela ha sido calificada —o más bien descalificada— por una alta autoridad del Ministerio de Culturas como una muestra del colonialismo de la cultura boliviana. LISTA. Vista de conjunto, ésta es una colección que confirma “clásicos”, propone algunas novedades y hace unas cuantas apuestas. No hay mayor novedad, por ejemplo, en la inclusión de Juan de la Rosa (1885) de Nataniel Aguirre, Raza de bronce (1919) de Alcides Arguedas, Aluvión de fuego (1935) de Óscar Cerruto y de La Chaskañawi (1947) de Carlos Medinaceli. A este primer grupo se incorpora ahora La Virgen de las Siete Calles (1941), de Alfredo Flores. Así, el largo siglo XIX y la primera mitad del XX parecen debidamente representados. Las novedades de la colección tienen distintas vertientes críticas. En este orden, hay que destacar la puesta en valor de Íntimas (1913) de Adela Zamudio, una novela largamente olvidada hasta su redescubrimiento por Leonardo García Pabón en 1999. Es, dicho sea de paso, la única novela en la selección escrita por una mujer. (Ahora, con Íntimas y Juan de la Rosa podemos tener una perspectiva distinta de la narrativa romántica.) Otra novedad es la incorporación de la Historia de la Villa Imperial de Potosí, crónica escrita en el siglo XVIII por Bartolomé Arzans. La novedad es que se rescata el carácter novelesco de esta obra, rasgo que ya había sido claramente percibido por su descubridor y primer editor: Gunnar Mendoza. Hay también una invención crítica en la decisión de incorporar a la novelística boliviana El loco (1955) de Arturo Borda. Sin embargo, en este caso, queda por demostrar, primero, que es una novela y, después, que es una buena novela. Avanzando en el tiempo, en los últimos 30 años, existe una acumulación crítica favorable sobre Los deshabitados (1958) de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Tirinea (1966) de Jesús Urzagasti y Felipe Delgado (1979) de Jaime Saenz. Su condición de novelas “fundamentales” no admite, al parecer, mayor discusión. El panorama es distinto en la medida que la selección se acerca en el tiempo. Es más difícil la valoración de las obras contemporáneas. Matías, el apóstol suplente (1971) de Julio de la Vega, El otro gallo (1982) de Jorge Suárez, El run run de la calavera (1986) de Ramón Rocha Monroy y Jonás y la ballena rosada (1987) de Wolfango Montes Vanucci son las apuestas de esta colección que inevitablemente provocan otras apuestas. ¿Es mejor Matías que Los fundadores del alba de Renato Prada o Morder el silencio de Arturo von Vacano? ¿Por qué no Potosí 1600 del mismo Rocha Monroy? ¿Jonás o American Visa de Juan de Recacochea? Etcétera. Esto permite un último apunte. La idea del “canon” como dispositivo crítico ronda la selección. Desde que Harold Bloom propuso su Canon occidental este concepto —bien o mal utilizado— se ha vuelto parte del paisaje crítico. No se repara suficientemente, sin embargo, en su carácter conservador. El canon es un orden cerrado, consagra —nótese el aire religioso de este vocabulario— un cuerpo de obras. En esta medida, la idea de canon contradice la naturaleza de la crítica y aún de la propia literatura: no son un orden cerrado, sino un proceso abierto y cambiante. Bajo esta consideración, la iniciativa editorial que aquí se comenta quizás podría enfatizar su carácter de colección —abierta a la incorporación de otras obras o a la depuración natural de las que no pasen la prueba de la adhesión de los lectores— y no su carácter consagratorio. Finalmente, la lectura, que es lo que cuenta, es un proceso cambiante, como es cambiante también su celebración. Un país de novela Fragmentos del prólogo general a la colección ‘15 novelas fundamentales de la literatura boliviana’Guillermo Mariaca Iturri - carrera de literatura (UMSA)El 23 de agosto de 2009 es, para la institución literaria y para el ámbito cultural, el homenaje a una de nuestras confianzas fundamentales. Nosotros lo supimos desde recién nacidos. Ahora lo sabe el país. Esa confianza consiste en que siempre valoramos la diversidad literaria como representación de la diversidad nacional pero, al mismo tiempo, como el espacio de reunión de todos sus horizontes. Esa certeza también implica que nosotros hacemos lo que decimos; que académicos, escritores, periodistas culturales, editores, vivimos la diversidad y practicamos el consenso. Ambas certidumbres no son poca cosa; ambas demuestran que el lugar literario, y por extensión el lugar de la cultura, es el lugar que construye un país profundamente democrático. Las quince novelas fundamentales de Bolivia han sido seleccionadas porque representan, simultáneamente, quince proyectos de país compartiendo una misma necesidad de nación. No han sido seleccionadas por escondidas agendas de equilibrio regional, genérico o generacional. Esas quince novelas son fundamentales porque desde sus diversos sentidos estéticos y posibilidades de mundo representan nuestros horizontes compartidos. Eso, claro está, es democracia. Las quince novelas reúnen nuestras necesidades y nuestras proyecciones educativas. En ellas encontramos lo que fuimos y lo que queremos ser, lo mejor de nuestras pasiones y lo peor de nuestras perversiones, nuestros límites racionales y nuestros sueños imposibles. En esas novelas nos aprendemos, con esas novelas nos educamos, porque con esas novelas nos preguntamos. Eso también es democracia. Las quince novelas revelan nuestros ritos sociales. Los modos cautelosos de la mirada o las maneras abiertas de la sonrisa con las cuales construimos modernidad y renovamos comunidad. Los gestos de la sospecha y de la confianza en aquellas tradiciones que nos atraviesan cada día. Los brazos que abrazan y las manos que golpean y las espaldas que trabajan de todas las gentes que habitan nuestras calles y nuestros bosques y nuestros sembradíos. Todas nuestras convivencias están en nuestras novelas. Eso es democracia. EDUCACIÓN. Todo eso es demasiado, pero no suficiente. Si sólo comunicaran esa fuerza, las quince novelas serían un extraordinario aporte. Y, sin embargo, hacen más. Los imaginarios nos hacen lo que somos, consiguen que cada uno de nosotros interiorice la experiencia subjetiva de una colectividad. Esa experiencia construye nuestras identidades sociales y su valoración. Precisamente ese momento —que son todos los momentos desde que hay sociedades e instituciones—, ese conjunto de experiencias compartidas se convierten en la institución imaginaria de la sociedad: normas, sentidos, valores, es decir, instituciones. Pero cuando a la institución imaginaria de la sociedad le viene la crisis, como nos sucede ahora —crisis de la autonomía del sujeto, crisis de la unicidad del objeto, crisis de la referencia del signo, crisis del historicismo lineal, crisis de la crítica como juicio canónico, qué sería lo mejor, qué sería lo peor—, el imaginario ya no puede responder explicando cómo el individuo o la comunidad interioriza contenidos externos, sino también cómo los reelabora en nuevas formas subjetivas, o cómo resiste/subvierte un orden subjetivo previo. Es decir, el imaginario puede ser instituyente además de constituyente porque el individuo y la comunidad no sólo se conservan y se reproducen, sino también se transforman. Mientras a la institución imaginaria le sucede la crisis, a nosotros nos sucede la encrucijada. Los discursos se disuelven y dispersan y el imaginario ya no es nuestro patrón de conocimiento. La teoría, por tanto, no tiene un rol crítico porque lo importante no es cómo se interprete o las consecuencias de esta interpretación, sino en cómo formula su cuestionamiento visibilizando las formas a través de las cuales el imaginario ejerce su sujeción. Nuestra encrucijada, por tanto, consiste en conservar la subjetividad anterior o en construir nuevas explicaciones. Ésta es la encrucijada en la que estamos y nuestra academia literaria la está encarando por la vía del cuestionamiento y el debate porque cree que ésa es nuestra responsabilidad: formar parte de una tarea ética de emancipación. Las quince novelas, entonces, son nuestras quince intervenciones en el mundo educativo desde un gesto de autonomía intelectual.El horizonte de lo posible, que es también el espacio de visibilidad que nos otorga la cultura, determina cuál es nuestro pan de cada día. Colectiviza rutinas de socialización, espacios de coexistencia, expectativas de futuro, aceptación de las desigualdades; el horizonte de lo posible es el territorio del sentido común. Por eso, el modelo nacional de la cultura sólo admite la redistribución de las obras. Pero la desigualdad en la apropiación de la cultura no puede subsanársela con esa lógica económica de la distribución equitativa de sus textos ni con la lógica política de la igualdad de oportunidades en el proceso de producción de esos discursos. Con acceso igualitario a los instrumentos de lectura podrá redistribuirse la mirada sobre las obras, pero no la comprensión de sus sentidos ni el desafío de producirlos con autonomía intelectual. Sin posibilidad equitativa de producción de sentidos, éstos permanecerán como identidades ajenas en el rostro fragmentado de la nación. Ciertamente, entonces, el modelo nacional es valioso pero, cuando menos, insuficiente.GUERRA. Estamos proponiendo, por consiguiente, otra comprensión: una cultura educativa radical que dramatiza un escenario de guerra simbólica donde los sentidos disputan territorios, y también un escenario de mediación y traducción donde los sentidos dialogan sus diferencias. Esta propuesta educativa demanda que la práctica ficcional encarnizadamente produzca realidad como crisis del sentido único, como práctica de la diseminación y simultáneamente de la comunidad de sentidos. Ofrecemos una comprensión particular, planteamos una propuesta que deseamos compartirla, pero, sobre todo, confesamos una pasión densamente territorializada. Se trata de vivir la pluralidad de identidades como crisis y desafío permanente para preservar la diversidad, no como distorsión, no como defecto, no como carencia. No como si fuéramos la inevitable semilla de un Estado fallido. Se trata, entonces, de preservar la diversidad, pero ante todo de trabajar para el desarrollo sostenible de la diferencia, para la materialización de una ecología ficcional desde los andes amazónicos. De aquí su potencia, de aquí su disponibilidad para la invención de realidades. De aquí que celebremos y entreguemos a nuestras quince hijas pródigas al mundo de la educación. Al fin y al cabo, si no nos inventamos cada día, corremos el riesgo de acostumbrarnos a lo que somos

domingo, enero 20, 2013

"La segunda ley" : Tercera novela historica de Raúl Rivero Adriázola




Según los editores, este libro habla de los acontecimientos que sucedieron antes, durante y después de tan trascendental momento para la historia universal, en los que personajes como los patriarcas Abraham, Moisés o José o el faraón Akenatón, entre muchos otros, reviven a través de la crónica que es relatada por un mercader extranjero, actor involuntario de los sucesos que permitieron al rey y al sumo sacerdote de Judá imponer una nueva ley al pueblo.

sábado, enero 19, 2013

"Reescrituras de la independencia" : De Rossana Barragán


El proceso hacia la independencia en Charcas ha sido una de las temáticas más trabajadas desde el inicio de la historia republicana. Al tratarse de un tema fundamental en la construcción de los proyectos políticos y propuestas de vida colectiva, la historiografía sobre este tema ha generado discursos diversos y contrapuestos.

jueves, enero 17, 2013

Entrevista: Sebastián Antezana después del fin del mundo




Por  Ximena Marina Saa Balboa


Por favor, explícanos tu perspectiva sobre la evolución de la Literatura en Bolivia hasta este 2012

 Durante los últimos diez o quince años la producción literaria nacional ha crecido notablemente. Eso ha sido posible gracias a la consolidación –todavía parcial– de algunas editoriales dedicadas a la publicación de literatura (como Plural, Nuevo Milenio, La Hoguera, Gente Común y El Cuervo) y a que algunos escritores bolivianos se han transformado en referentes de buena ficción, autores necesarios a la hora de emprender un proyecto de lectura de alcance nacional. Esto, además, ha venido acompañado de un creciente interés y seguimiento de medios como la prensa escrita, y ha sido claramente impulsado por las comunicaciones 2.0. En suma, en lo que se refiere a producción, hasta 2012 Bolivia ha conseguido un desarrollo literario relativamente importante y ha alcanzado algunos puntos altos con la exportación de ciertos autores y títulos, pero el camino por recorrer es aún muy largo, pues el aumento de producción no necesariamente viene acompañado de un aumento de calidad en el producto. Diría, en resumen, que las cosas se ven bien, que las señales son auspiciosas, pero si queremos volvernos algo así como un referente literario sudamericano –o, más atrevido aún, un referente literario hispanoamericano– todavía tenemos mucho por hacer y deberemos sortear una serie de obstáculos que nos impone la cruel lógica del mercado editorial, de la que todavía permanecemos excluidos.

 ¿Cómo ves la acogida en el extranjero de la Literatura Nacional?

 Como te mencionaba, el impacto general de la literatura boliviana en el ámbito internacional es prácticamente nulo. Cuando uno visita librerías de Chile, Argentina, Colombia o, España, por citar algunos países hispanohablantes, es extremadamente raro ver entre los estantes un título o autor boliviano. En ese sentido la mediterraneidad –y el consecuente aislamiento y desconocimiento que de ella se desprenden– sigue siendo nuestra infortunada marca registrada. Pero, como también dije, durante la última década algunas cosas han ido cambiando y ciertos autores –todavía contados con los dedos de las manos– han empezado a publicar y generar cierta respuesta en países como España, esa parada obligatoria para cualquier escritor latinoamericano que quiera hacerse un nombre en el mundo editorial.

 ¿Cómo viste a la Literatura referente a producción, como medio para la devolución (obtención) del gusto del público por la lectura este 2012?

 No sé si entiendo bien tu pregunta, pero diría que 2012 no ha sido un año particular para la literatura. Tampoco sé si podemos marcarlo como un año especialmente bueno o malo en lo que se refiere a la lectura. Podrías decirnos, ¿cuál es la fuente de inspiración personal que tienes para motivarte a escribir? Si tengo que referirme a algo como la inspiración –ese tibio subproducto de la imaginación intelectual– diría que lo que me motiva a la hora de escribir son la gente y las historias que conozco, y mis lecturas cercanas. Es decir, escribo para tratar de entender mejor a mi pequeño, entrañable y a veces terrible círculo de amistades y amores. Y escribo también motivado por la lectura de ciertos libros, para continuar el diálogo o la discusión con algún autor, para prolongar las sensaciones que deja cierta lectura, para tratar de borrar las que dejan otras. Lastimosamente, en este punto no puedo presumir una imaginación etnográfica o curiosidad antropológica; no soy Emile Zola ni me motivan las peripecias de la especie. Me interesan los pequeños dramas humanos y ciertos vistazos del mundo que descubrí primero en los libros. Como muchos otros, yo descubrí el mundo y a las personas leyendo, y sólo después las conocí mediante el intercambio diario y la experimentación. Esa es la forma en que escribo: para bien o para mal, estoy motivado por amores y obsesiones privadas, y por mis libros más cercanos.

 ¿Cuál de las obras publicadas este 2012 consideras que es la más relevante según tu criterio para el ámbito nacional?

 Por supuesto que la mía es una opinión parcializada, pero creo que Los mercaderes del Che, libro de crónicas de Alex Ayala publicado por El Cuervo, es uno de los libros más importantes de 2012 en Bolivia, porque es una lectura amplia, poderosa, inquisitiva e inteligente, que nos muestra cómo géneros, como la crónica y el perfil son parte importante de eso que hoy llamamos literatura. Y, además, porque es un libro que destila rigor, cuidado, trabajo, dedicación, eso que se echa de menos, que falta en la mayoría de los libros de ficción producidos en el país.

 ¿Cómo crees que influye el Cine en la Literatura a partir de las nuevas adaptaciones y producciones? Y, ¿cómo ves tú al Cine Nacional hoy?

 El cine es una influencia directa en literatura. Y viceversa. Ambos son lenguajes afines, a veces complementarios, pero no creo que la adaptación de un lenguaje al otro –pese a lo que los grandes estudios y las estadísticas indican– sea necesariamente algo bueno. La literatura se basta en sí misma, es un fin en sí mismo, al igual que el cine. El diálogo y la fusión son buenos, pero no siempre en términos de adaptación, porque con la institucionalización de las adaptaciones viene irreprimiblemente la producción en serie, la pérdida de las características particulares, del punto de vista autorial (del autor). El diálogo y la fusión son buenos cuando, por ejemplo, algunas características del lenguaje literario–como la sofisticación formal– son explotadas en el cine con buenos resultados. O cuando una novela se beneficia con los distintos puntos de vista y el vértigo visual del cine. Por otra parte, no puedo hacer un balance del cine nacional en 2012 porque desde más o menos la mitad del año que vivo fuera de Bolivia, lo que me ha impedido ver un buen número de películas –entre ellas una que, según dicen, podría ser una de las mejores del año: Las bellas durmientes, de Marcos Loayza. Pero sí puedo decir que, digamos, durante los últimos diez años, la consolidación del digital ha democratizado el acceso a la producción de cine con igualmente buenos y malos resultados. En general, en el cine boliviano pasa algo similar a lo que sucede en literatura: a fin de cuentas, tenemos cuatro o cinco directores a los que esperamos y volvemos con interés, pero el panorama general es bastante mediocre.

 ¿Cuál crees que es más fácil de entender, aceptar y consumir para el público: una película o una novela? ¿Por qué?

 Si hay un gesto que define mejor que otros la contemporaneidad es la urgencia, la prisa. El surgimiento y consolidación de una plataforma tan escandalosa como Twitter, por ejemplo, es un gesto evidente de nuestra reducida capacidad de atención, de nuestra urgencia por consumir mensajes cada vez menos extensos, más rápidos, más vacíos. En ese panorama, la información rápida se opone a la reflexión –aunque, por suerte, siempre se puede encontrar remansos de esta última, como el libro de crónicas Los mercaderes del Che, y he ahí algo de su importancia– y, por lo tanto, para contestar tu pregunta diría que es absolutamente claro que el cine es un producto de más fácil consumo que la literatura. La prueba, por supuesto, está en la taquilla. Hay varias de películas –como The Avengers– que durante 2012 recaudaron centenas de millones de dólares, y su equivalente literario –digamos, 50 sombras de gris, de E. L. James – no le llega ni a las rodillas. Por supuesto, digo que el cine es un producto de mucho mayor y más fácil consumo que la literatura, pero eso no significa que sea “más fácil de entender”.

 Para concluir ¿Qué tal se perfila la Literatura según tu criterio en este 2013?

 Espero que sea un buen año. Soy consciente de que cada vez hay más gente que escribe, más ansias de publicar, más títulos expuestos en los estantes de las librerías. Y que todo esto no se corresponde necesariamente con calidad, con rigor en la escritura, con proyectos narrativos sólidos, con ejercicios estéticos bien armados. Se publica mucho y mal, y parece que esta tendencia seguirá por un tiempo. Pero no soy un fatalista, creo que por suerte hay un buen número de autores que siguen escribiendo de forma coherente, valiente, necesaria. Ciertamente, no soy parte de esa histeria colectiva que, en las antípodas de lo antes dicho, teme la muerte del libro físico. Tampoco creo en vaticinios del tipo “la muerte de la novela”. Creo que la literatura es como las cucarachas, un bicho resistente, una bestia que sabrá cómo sobrevivir el apocalipsis. A fin de cuentas, una vez que el apocalipsis pase, tendrá que quedar alguien allí para novelarlo, ¿no?


 Sebastián Antezana Quiroga (México D.F. 1982) Escritor y candidato doctoral en Literatura por la Universidad de Cornell. Publicó relatos en varias antologías y ganó en 2008, la décima versión del Premio Nacional de Novela de Bolivia con la obra “La toma del manscrito”; “El amor según” es su segunda novela.


——- Fe de erratas:. Esta entrevista contó con la colaboración de Christian Alem Cornejo Olivera como co-entrevistador (14/01/2013).

Fuente : El bodegon.org

miércoles, enero 16, 2013

Identidades: Presenta a la ganadora del Premio Nacional de Novela 2012




Identidades, la revista editada por el Ministerio de Culturas, en su quinto número presenta a María del Rosario Barahona, ganadora de la decimocuarta edición del Premio Nacional de Novela. Barahona se hizo acreedora del premio con su novela ambientada en la Sucre colonial "Y en el fondo tu ausencia", que es el resultado de sus recientes estudios de historia y de otros anteriores, de literatura.

 Esta novelista se autodefine como una boliviana sencilla y trabajadora como cualquier otra boliviana que le interesa su bienestar. Su familia es por lo que lucha y trabaja cada día, "unas lo hacen con la computadora o con la pluma y otras sembrando en el campo o vendiendo en el mercado".

 Respecto a su trabajo indica que no tiene una gran trayectoria, y que más se trata de una continuidad de sus actividades y su vocación literaria. Continuidad que se desarrolló de forma privada en su hogar, por lo que tiene muchas obras inéditas, como cuentos, poemas y una novela, algunos que fueron publicados en el periódico de su ciudad, para el Bicentenario de Sucre publicó su primera novela, un trabajo sencillo y contemporáneo que le llevó varios años de escritura. "Según supe después, salió finalista en el concurso nacional de novela de años pasados. En 2011 mi cuento ‘Cuando tus palabras resonaban armadas’, fue finalista en el concurso nacional de cuento ‘Adela Zamudio’ y salió publicado", señaló.

 Además de la entrevista a Barahona que permitió conocer sobre su vida en la escritura, Identidades también da a conocer de manera más profunda "Culturas en Movimiento", un exitoso festival cultural que llevó las obras del concurso "Eduardo Abaroa", además de diversas manifestaciones artísticas a las capitales de los nueve departamentos. Cuenta sobre el Ichapekene Piesta que ahora es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y sobre los periódicos de la Alasita como parte de la memoria regional, nombramientos oficializados por la Unesco.

 Culturas para y por toda Bolivia, es otro sector de la revista mencionada, en el que se brindan interesantes datos sobre las actividades culturales que se efectuaron, como que en las artes escénicas se tuvo a 200 personas en cada jornada, en el cine móvil se rebasó la capacidad de 60 y 80 espectadores en Tarija y Cobija, en cuanto a la música se tuvo un promedio de 1.200 personas pro festival, a las ferias del libro asistieron 2.500 personas por cada actividad y en cuento a la galería de arte, también asistieron a cada exposición un promedio de 2.500 personas.

martes, enero 15, 2013

Marco Alberto Guzmán presenta “Mis cartas al viento”, su tercer poemario




Por: SERGIO DE LA ZERDA

 El desamor, experiencias de vida y crítica social inspiran “Mis cartas al viento”, tercer poemario del escritor cochabambino Marco Alberto “Golo” Guzmán Lobos. Editada por Casa de Tharsis, la obra será presentada, mañana a las 19:30 horas, en el salón principal del hotel Cochabamba (plaza Recoleta). Será comentada por el rector de la Universidad Católica Boliviana, Alfonso Vía Reque, y el abogado Antonio Sánchez Carranza. “La temática del libro se basa fundamentalmente en las experiencias juveniles, en las experiencias de vida, en la vivencia más sentimental, en las rupturas amorosas”, señaló el autor, quien mediante la sicología indagó en las huellas que deja en desamor. Asimismo, el escritor, médico ginecólogo especializado en cáncer que trabajó en tal oficio hasta hace cuatro años, manifestó que varios de sus versos tienen un sentido social, crítico con diversos aspectos de la realidad, entre ellos el político.

 Guzmán expresó que sus poesías no tenían destinatario específico y entonces decidió dedicarlas “al viento”. “El viento, a través de su impulso, calidez y empuje, puede llevar esto a diferentes lugares y personas. Las palabras se las lleva el viento, es cierto, pero a veces el viento llega a manos impensadas de gente que sí puede dar valor a las palabras. Mi opción es que trate de llegar a la juventud. Son obras de una persona madura que puede transmitir su experiencia”, dijo Guzmán, quien escribe desde hace dos décadas, aunque publica recientemente. Como muy pocos de sus colegas en el país, el trabajo del autor se inscribe en el verso clásico, lo cual implica un mayor cuidado del lenguaje.

 “La poesía es dinámica, evolutiva y muchas veces se adecúa a los momentos por los que atraviesa la sociedad. Pero, es lo que pienso, debe mantenerse una parte que sea más clásica, que trate de guardar los valores principalmente del siglo pasado y más o menos hasta las décadas de los 60 y 70”, sostuvo el poeta, lector de autores internacionales como Federico García Lorca, Quevedo, Rubén Darío y Vicente Huidobro, y de los bolivianos Héctor Cossío Salinas y Nicolás Ortiz Pacheco.

 Guzmán, cuyas publicaciones son ilustradas por obras del artista plástico cochabambino Rodolfo Saavedra, es también autor de “Lágrimas del tiempo” (Ed. Cibeles, 2008) y “De amores y abandonos” (Ed. El País, 2011). El literato anunció que próximamente publicará una novela, así como relatos eróticos que ya tiene escritos.

lunes, enero 14, 2013

Emma Villazón : 'El poema es un trabajo cultural que debe difundirse'




Nombres de la talla de Pedro Shimoshe y Cé Mendizábal se han deshecho en elogios hacia la poesía de Emma Villazón, una treintañera que actualmente realiza un curso de lingüística en Chile y que este 21 de enero presentará "Lumbre de ciervos", su nuevo poemario publicado por La Hoguera.

 ¿De qué trata el poemario? ¿Cuál fue la rutina para escribirlo? ¿En qué se inspiraba?.

E.V.: Es difícil hablar de una temática en un libro de poemas; quizás en un libro de poemas hay una rasgadura de los tópicos, una apertura a algo más allá de temas o ideas preconcebidas. Y, bueno, pensando en eso, creo que el libro es un trabajo que ronda en torno a una migración particular, a la experiencia de desarraigarse de la casa natal y romper con la lengua de los padres para construir una nueva; no sé si se logra, pero de pronto aparece esa tensión. En ese sentido, la metáfora de los hijos apareció en la imagen de los ciervos. A partir de eso, me interesó entremezclar figuras de animales con la de los humanos, porque, parafraseando a la poeta gallega Chus Pato en uno de sus versos, yo creo que “el paraíso no es la infancia, ese no es el paraíso que perdimos, sino la animalidad”. Pienso que podemos aprender de los animales. Por eso, de vez en cuando, en el libro, aparecen poemas en los que se está hablando a un amado que es un murciélago, o hay una amante que ladra. O hay veces que definitivamente no se sabe quién habla en el poema.

 ¿En qué momento de su vida usted decidió que la poesía era lo suyo?.

 J.R.: No sé el momento preciso, supongo que fue cuando no me alcanzó otra forma de expresión, o cuando algunas amigas o amigos, buenos lectores, apreciaron mis borradores.

 ¿Si alguien le pidiera que le sugiera poemas para leer, cuáles le mencionaría y por qué?.

 J.R.: Esta pregunta es difícil, porque me gustan muchos poetas, pero quizás algunos imprescindibles serían Fernando Pessoa, César Vallejo, José Lezama Lima, João Cabral de Melo Neto, Paul Celan, Hilda Hilst, Susana Thénon, Marosa di Giorgio, Marina Tsvetáieva, Elizabeth Bishop. Y entre los poetas vivos sugeriría a Silvia Guerra, Roman Antopolsky, Chus Pato, Romina Freschi, Reinaldo Jiménez y Andrés Ajens.

 ¿A qué corrientes o vanguardias poéticas pertenece?

E.V.: A ninguna en particular, estoy en contra de la militancia a los “ismos”, leo a poetas de estéticas y tradiciones muy diferentes. Por ejemplo, me interesa una poeta como Bishop que trabaja generalmente poemas prosaicos y narrativos, y privilegia paisajes naturales y animales, pero, por otro lado, me encanta Tvetáieva, una poeta muy lírica que tiene una sintaxis dislocada y extremadamente musical.

 ¿Cómo hacer leer en un país donde no hay cultura de la lectura? Dicho de otra manera, ¿Cómo despertar el interés de las nuevas generaciones por la lectura?.

E.V.: Primero, involucrando al Estado para que destine fondos para la lectura. Entiendo que las librerías y las editoriales hacen todo lo posible por difundir la lectura, pero hace falta fondos destinados únicamente para eso. Sabemos que la poesía difícilmente puede generar recursos, por lo que deberían existir fondos para apoyo a encuentros y lecturas de poesía, para proyectos de editoriales independientes, o para proyectos de revistas de poesía. No se puede seguir pensando que hacer poemas está en las venas de la gente, el poema es un trabajo cultural que debe ser difundido, y que deben crearse las sensibilidades para su lectura y escritura. Y segundo, trataría de difundir la literatura, como un arte a través del cual se consigue no solo placer y conocimiento, sino también libertad intelectual frente al mundo.

 El perfil Emma Villazón Richter nació en Santa Cruz en 1983. El 2007 se estrenó en las letras con "Fábula de una caída" y desde entonces ha sido parte de varias antologías, entre ellas "Lo más profundo ¿la piel? Escritoras emergentes de Bolivia", libro editado en 2010 y coordinado por Giovana Rivero.

Fuente de la noticia : Periodico El Sol/Santa Cruz de la sierra,Bolivia

domingo, enero 13, 2013

"Alianzas familiares" de Clara López Beltrán



“La ciudad de La Paz fue el municipio español destinado a controlar los territorios aymaras más densamente poblados de América –dice Herbert Klein--. Fue también una ciudad de enlace en la ruta comercial entre Potosí y Lima y por eso tuvo una función vital en el desarrollo del comercio de la Audiencia de Charcas. Pero (...) La Paz ha sido escasamente estudiada en el periodo colonial"....

sábado, enero 12, 2013

"Los Yuquis – Trayectoria Cultural, Social e Histórica de un Pueblo Amazónico "de Roy Querejazu Lewis



Acaba de salir a luz el último libro de Roy Querejazu Lewis que lleva por título Los Yuquis – Trayectoria Cultural, Social e Histórica de un Pueblo Amazónico.

El libro fue editado por el Grupo Editorial Kipus y es producto de cuatro años de trabajo en el Instituto de Investigaciones de Arquitectura y Ciencias del Hábitat (IIA-CH) de la Universidad Mayor de San Simón. Con este libro el autor y el IIA-CH completan la trilogía de los Grupos Étnicos del Trópico de Cochabamba, constituyéndose en los documentos de consulta más completos sobre el tema. Resultado de 18 años de trabajo, desde 1994, el autor trabajó con los Yuracarés, los Trinitarios y ahora con los Yuquis. Producto de ello, el 2005 se publicó en Poligraf La Cultura de los Yuracarés, su Hábitat y su Proceso de Cambio y el 2008, Trayectoria Histórica y Cultural de los Trinitarios.

 Los Yuquis forman parte de los Pueblos Amazónicos de Bolivia. Su violento y traumático contacto inicial con la sociedad occidental de Bolivia en 1955, hizo que autoridades políticas, universitarias, cívicas y religiosas intervengan en su realidad existencial. Identificados como un pueblo nómade, cazador y recolector fueron clasificados (al parecer erróneamente según Querejazu) como pertenecientes a la Familia Lingüística Tupí Guaraní, clasificación que solamente respondió a criterios lingüísticos y no de esencia cultural, como el de “subsistencia” por ejemplo. Su condición de grupo étnico nómade, cazador y recolector creó interés en el grupo evangélico denominado Misión Nuevas Tribus para evangelizarlos a partir de 1971, por medio de un proceso de sedentarización en el sitio que se conoce actualmente como Biá Recuaté. Desde entonces comienza esta parte “histórica” de su pasado. La persona que más los ayudó a lograr su identidad cultural fue Allyn MacLean Stearman, quien vivió con ellos en 1982 y 1983, y participó en el proceso de otorgarles apellidos (mayormente basados en plantas) y a consolidar el derecho a su propio territorio.

 RELATOS

 Este libro de Roy Querejazu cubre la información acerca de los primeros contactos que tuvieron los Yuquis del río Chimoré en el Departamento de Cochabamba, y luego los Yuquis del Departamento de Santa Cruz (regiones de los ríos Yapacaní y Víbora). Dicha información se basa en buena parte en los relatos propios de los Yuquis mayores que fueron protagonistas de dichos sucesos. Asimismo, dedica un capítulo a la acción de la Misión Nuevas Tribus, y cubre en varios capítulos la estructura social original, la cultura espiritual original y la cultura material original, en el entendido de que lo “original” se refiere al período precontacto. Un capítulo especial está dedicado a la polémica en cuanto a si los Yuquis son en efecto un pueblo Tupí – Guaraní, o si como postula el autor en base a varios argumentos, si son un pueblo amazónico, pero guaranizado, o mejor, Guarayizado. La segunda parte del libro cubre la nueva realidad de los Yuquis con dos capítulos dedicados a su situación actual. Llama la atención, sobre todo en estos tiempos de cultura virtual y globalización, que se haga referencia en un capítulo especial, a la existencia de grupos Yuquis todavía aislados, es decir, no contactados, que deambulan aún por la selva. Al respecto, resulta interesante el testimonio que reproduce Querejazu de uno de los Yuquis entrevistados: “Estábamos haciendo picas, maderas con números. Los hemos visto de lejos debajo de un almendrillo grande. Tenían carne chapapeada. Les hemos hablado y nos escapamos. Eran tres. Dos hombres y una mujer. Uno era un choco alto. Había harto viento entre las jatatas y el olor a chapapeado. En estos casos, no hay que tener ropa roja. Si uno tiene ropa roja pueden flechar. Tampoco hay que tener bolo de coca. El que tiene bolo de coca para ellos es un extranjero”. En sus conclusiones el autor menciona que a estas alturas del siglo XXI resulta sorprendente que tengamos en Bolivia un grupo amazónico contactado hace apenas 57 años. Y más sorprendente aún, que exista la real posibilidad de que parte de este grupo étnico (dividido en diferentes bandas) todavía permanezca suelto en sus prístinas selvas ejerciendo lo que saben hacer y sobreviviendo dentro de sus propios esquemas culturales sin imposiciones políticas o culturales extrañas. Todo ello, representa un gran dilema para el futuro multiétnico de Bolivia. Asimismo, Querejazu en sus conclusiones afirma que, “personalmente consideramos que la existencia de Yuquis en Bolivia, representa un gran componente de nuestro acervo cultural. Tenemos la dicha en este país de contar con una variedad étnica con orígenes que se remontan a diferentes tradiciones y estratos culturales y que provienen de diferentes facetas del desarrollo cultural en esta vasta región central del continente”. “No se trata – continúa el autor – de encasillar a los Yuquis como “piezas de museo”, sino de valorarlos como ciudadanos bolivianos, pero con una trayectoria cultural y social sui géneris y diferente a la gran mayoría de los otros bolivianos. En realidad, son bolivianos a los que no se les brindan las mismas oportunidades. Muchos dirán que son privilegiados por poseer un territorio. Otros dirán que por sus limitaciones no sabrán lograr un desarrollo sostenible. Y otros dirán, entre los que nos encontramos, que están haciendo lo que pueden, lo cual ya es mucho, pero tienen la gran limitante de no ser comprendidos en su verdadera dimensión cultural. Las grandes decisiones que se toman y que de alguna manera les afecta, provienen de burócratas políticos de turno, y no de gente entendida en grupos étnicos minoritarios, concientes de su pasado y presente, y comprometidos con su futuro”.

 En peligro


 “Aparte de algunos intentos esporádicos por apoyarlos con alguna iniciativa específica, como por ejemplo, donación de medicamentos o accesorios para la posta sanitaria de Biá Recuaté, no existe hasta ahora un programa o proyecto concretamente elaborado para un Grupo Étnico en peligro de perder su identidad cultural y, por lo tanto, altamente vulnerable, como son los Yuquis. Nos estamos refiriendo a un proyecto a largo plazo, sostenible y con la completa participación de ellos, lo que involucra su participación en la planificación, ejecución y control. Nos estamos refiriendo a un proyecto o programa que sea auto gestionado por ellos mismos con el apoyo (quizás inicial) de alguna institución compuesta por gente especializada en el tema de grupos recién contactados y de alta vulnerabilidad”. “Ante la falta de un apoyo eficaz y profundo de parte del Gobierno hacia los pueblos recién contactados y altamente vulnerables, traducido en un Programa o Proyecto Sostenible, en el que ellos mismos lleguen a ser los gestores de su propio destino, su futuro es incierto. Mientras los Yuquis conserven su identidad cultural como pueblo amazónico recién contactado, podrán seguir siendo los dueños de su territorio que les pertenece por legítimo derecho, tanto ancestral como culturalmente”.

viernes, enero 11, 2013

Rodrigo Hasbún: “Hay que explorar la escritura por donde sea”





El autor cochabambino radicado en Estados Unidos está en Bolivia. En un diálogo con Brújula cuenta su actualidad literaria, que está por ser traducido al francés y que sus libros serán también editados en italiano.

¿Cómo calificás el 2012 en tu producción literaria?

Para mí fue un año muy bueno, sobre todo porque mis libros empezaron a distribuirse o a editarse en varios países, además de Bolivia, pero también porque comencé un par de proyectos que me tienen entusiasmado.

¿Cómo ha afectado en tu escritura el doctorado en Literatura Latinoamericana que estás cursando?

Lo que hace el doctorado, en última instancia, lo que intenta hacer al menos, es enseñar a leer con más rigor. El movimiento es doble en ese sentido: por una parte, ofrece herramientas para situar mejor un texto, para percibir más claramente algunos vínculos posibles, cómo se inserta en determinados campos y cómo responde a ciertas problemáticas, y por otra parte ayuda a ser más puntilloso con el texto mismo. Y eso, aprender a leer con más atención, es algo que no puedo sino agradecer como escritor. Al mismo tiempo, estar lejos somete a otro tipo de aprendizaje, multiplica la perspectiva, la ensancha a la fuerza, lo que seguramente termina siendo aún más importante que lo otro.

¿Cómo te sentís de que tu novela El lugar del cuerpo se traduzca al francés?

 El proceso de la traducción es un poco inquietante: no sabes qué está sucediendo ahí y ya no tienes el control de nada. A pesar de ello, me alegra que el idioma haya dejado de ser una barrera o un límite y que la novela pueda ser leída en ámbitos tan ajenos. Según tengo entendido, la traducción francesa ya está lista y saldrá pronto, y hay también un traductor italiano trabajándola en ese idioma. Alguna vez mencionaste que sos un escritor lento; sin embargo, escribís un diario desde hace 12 años

¿Cúanto te cuesta trasladar todos esos hechos cotidianos y privados al terreno de la ficción?

En el diario sucede otro tipo de escritura, más despreocupada y desprolija, una escritura que está liberada de cualquier expectativa y que cumple otro tipo de función. Yo tengo una memoria muy mala y para mí el diario es una especie de registro privado al que vuelvo cada tanto para intentar entender mejor algunas cosas.¿Cuánto podría interesarle a otra persona leer mi diario?
Yo creo que nada, que carece de valor para cualquiera que no sea yo. La ficción, por otra parte, a veces se sirve de esa materia bruta, pero la relabora de manera radical, inventándole variaciones y ensuciándola y dándole mil vueltas. A mí me interesa la zona indeterminada que está en medio, los textos que problematizan el paso de un lado al otro.

El año pasado algunos escritores pedían ‘la muerte’ del realismo en la literatura ¿Qué piensas de eso?

Yo creo que hay espacio para todo tipo de escrituras y registros y que es beneficioso explorar por donde sea, sin consignas o mandatos de ninguna clase. ¿Qué se entiende por realismo a estas alturas, además? ¿A qué o quién se tiene en mente cuando se habla de realismo? Si pensamos en el Coetzee de Foe y Verano o en el Bolaño de 2666 y Los detectives salvajes o en cualquier novela de Gonçalo Tavares, daría la impresión de que el realismo entendido en los términos que ellos proponen está todo menos muerto, sobre todo porque aparece acompañado de una decisiva búsqueda formal. En cualquier caso, no creo que el valor de un texto esté determinado por su grado de posibilidad o referencia o por su filiación o desapego a ciertas convenciones de género, sino por cuán cautivante es la voz del escritor, por la hondura o la sutileza de su mirada, por su capacidad de evidenciar aquello que a los demás nos pasa desapercibido.

¿Cómo ves los cuentos de Los días más felices comparados con los de tu primer libro de cuentos, Cinco?

Los cuentos de Los días más felices los fui escribiendo a lo largo de los últimos cinco o seis años, y hay más de una continuidad entre ellos y los que conforman Cinco. En general, sin embargo, este libro mira un poco más hacia fuera, hacia los otros. La parte a la que más cariño le tengo –y la que en más de un modo le da sentido al libro– es la segunda, donde se sigue a lo largo de los años a un grupo de compañeros de curso que van envejeciendo de un cuento a otro. Sobreviven juntos, con menos o más fortuna, con menos o más rabia, a sus días más felices.

¿Qué autores y obras nacionales interesante conociste recientemente y podés destacar?

 El año pasado salieron dos primeros libros de cuentos muy audaces, el de Saúl Montaño y el de Fabiola Morales. También mencionaría a Iván Gutiérrez, que publicó su primera novela un par de años antes. Son, a mi parecer, tres escritores de los que se puede esperar mucho.

Fuente: www.eldeber.com.bo

jueves, enero 10, 2013

Libro de Paz Soldán, entre los 3 más votados de portal español



“Vota por el libro de cuentos Billie Ruth, de Edmundo Paz Soldán, como tu favorito en la lista del sitio 20minutos.es”.

Esta invitación la lanzó ayer la cuenta de Twitter del portal literario Ecdótica, administrado por Marcelo, el hermano del escritor cochabambino. Hasta ayer el nuevo libro de cuentos del autor cochabambino estaba entre los tres más votados en la categoría “mejor libro de 2012”, en el listado de la página española www.20minutos.es. “

Me llegó un email informándome de este listado. Es una sorpresa agradable tanto para Nuevo Milenio, que distribuye el libro en Bolivia, como para Páginas de Espuma, la editorial que lo publicó en España”, señaló el hermano del autor. Billie Ruth reúne 15 cuentos que “tienen la violencia como hilo conductor. Hablan de la crudeza de las relaciones, de las traiciones de hijo a padre, de los primeros amores, las primeras infidelidades”, agregó el hermano del autor. La obra actualmente compite con otros títulos internacionales como Un asunto sentimental, de Jorge Eduardo Benavides; 50 sombras de Grey, de E.L.James, y Noches azules, de Joan Didion, entre otros. Para Marcelo la respuesta del público en la votación no es fruto de la casualidad.

“Éste es un logro de mi hermano. Yo recomiendo a la gente que lea el libro y que si le gusta vote por él”. En una anterior entrevista a Página Siete, Edmundo Paz Soldán sostuvo que Billie Ruth está conformado por cuentos que fueron escritos desde hace 14 años. “Varios fueron publicados antes, pero ahora los presento en una versión definitiva”. “Mis últimos libros, desde Los vivos y los muertos, tratan mucho de los estados alterados de la conciencia, esos estados de los psicópatas, de los asesinos”, agregó en aquella ocasión.

Fuente de la noticia : Pagina Siete /La Paz,Bolivia

miércoles, enero 09, 2013

Comentario de Gonzalo Montero Lara sobre la obra: Hyperrealidad: El Evangelio de las profundidades







Comentario de Gonzalo Montero Lara :

El ingreso de Dante a mundos infernales, peregrinando por pesconocidos abismos detrás del espíritu de Virgilio, resulta una adecuada analogía, para comentar el viaje a una densa Hyperrealidad tras las palabras brotadas de la pluma empuñada de Ronald A Rodríguez Gonzales, Premio Nacional de Literatura 2011. Mano creadora del autor pulsando una tablero de control, en cuyo monitor de fantasía, se diluyen las leyes de nuestra lógica tridimensional y se difumina la razón.

El tiempo adopta un comportamiento helicoidal donde su posicionamiento espacial tambalea en las cuerdas flojas del Principio de Incertidumbre o Indeterminación de Heisenberg. La información o mejor dicho los sistemas informáticos resultan una especie de alfa y omega de una hyperrealidad donde el lector es vapuleado por fuerzas que emergen del texto muchas de las cuales guardan semejanza con las energías primordiales de la vida. La libido, la agresividad, la dominación, la sobrevivencia, estructuran el hilo conductor que se interrumpe en forma permanente como los pulsos del infinito tablero del MULTIVERSE, versión parecida a la MATRIX que no se devela si es un monstruoso producto para el control de las relaciones reales o hiperreales de los precarios protagonistas fatalmente atrapados en su descomunal red o es el origen de un multiverso donde se invalidan todas las leyes clásicas que sostienen nuestro universo, newtoniano o binario tal como lo conocemos.

En medio de luchas maniqueas donde resulta indistinguibles los héroes y villano. Aparecen fantasmas como Lilith, devorando de manera insaciable todos los fermentos primigenios en homenaje a un reordenamiento creacional o recreacional del caos permanente. Interrumpo por un momento el comentario, para contemplar con justificado recelo la computadora que opero, sin tener ya certeza si soy yo quien realmente la manejo o solo soy “vigilante” programado en esta insignificante terminal con hileras de símbolos de códigos desconocidos para nuestra capacidad de comprensión humana o constituyo una elemental ecuación para completar una desconocida charada cósmica. Historia que en “nuestra” realidad resultaría solo una sombra en una impensable vorágine que nos envuelve como una capsula de materia oscura. Los párrafos finales de la narración nos permiten interactuar con personajes más mundanos como Rodrigo, Martha, David cuyas existencias miserables deambulan y se revuelcan en el lodo de una cotidianeidad familiar: violencia, sexo, drogas, pornografía, que configuran un terreno conocido, que nos permite suspirar aliviados aparentemente alejados de la terrible pesadilla del MULTIVERSE, acechando nuestros sueños como a Xymi Kay, para violar nuestra endebles intimidades.

 Ronald Rodriguez Gonzales, presenta un trabajo diferente, sorprendente, que rompe paradigmas de tipo narrativo con una peculiar imbricación de planos temporales y espaciales manteniendo la argamasa de su tema central como un telón de fondo que no permite escapar de la narración cuya violencia en ocasiones chocante, resulta otro pegamento que aumenta su adherencia.

 El lenguaje accesible con neologismos como “multiverse” propios de los escritores del género revelan un largo trabajo de orfebrería literaria, con manejo temas informáticos. Iconográficos, bíblicos, astrofísicos, filosóficos, esotéricos y otros. La obra HYPERREALIDAD: EL EVANGELIO DE LAS PROFUNDIDADES, del género de ciencia ficción, cuyos cultores se hallan en franca emergencia, ostenta un merecido galardón nacional. La obra premiada en Santa Cruz de la Sierra invita a disfrutar de una infinita posibilidad de lecturas para infinitos lectores interdimensionales que estoy seguro que son todos los seres que acceden a los ciberespacios de Fondo Negro y Ciencia Ficción en Bolivia.

jueves, enero 03, 2013

Paz Soldán retorna al cuento con “Billie Ruth”


Por Sergio de La Zerda

Retornando a su “primer amor”, el cuento, el escritor cochabambino Edmundo Paz Soldán presentó “Billie Ruth”, su nuevo libro de relatos, anteriormente lanzado en España por Páginas de Espuma y ahora coeditado en Bolivia por Nuevo Milenio.

 El acto se cumplió el 21 de diciembre en el hotel Cochabamba, luego de haber sido dada a conocer la obra en La Paz, y estando prevista su presentación en Santa Cruz, a mediados de enero. Los quince relatos del libro fueron comentados por Rodrigo Hasbún, quien rememoró también los inicios narrativos de Paz Soldán en el cuento. “Comencé como escritor de cuentos. Mi primer libro de cuentos, ‘Las máscaras de la nada’ (1990) es un libro de cuentos muy breves. En esa época yo escribía muchos cuentos.


Ese libro tiene como 80 cuentos de una página. Me salían con mucha facilidad, pero con los años me ha ido costando mucho más” manifestó Paz Soldán. Dijo que su vuelta al relato se produjo tras 14 años en los que trabajó para lograr un hilo conductor que una las historias. “Hay cuentos breves, largos, algunos ambientados en Bolivia, Estados Unidos y Europa. Hay diferentes espacios y registros, pero la idea era que haya un hilo conductor, que no sea un simple rejuntado de cuentos. Quizá por eso me costó tanto este libro. Son 14 años en los que me costó encontrar el hilo conductor”, sostuvo. Parte de la idea que relaciona las obras, explicó, tiene que ver con el desarrollo de los personajes. “En mis primeros trabajos -indicó- escribía cuentos sobre todo basados en la trama o en la sorpresa final, con muy poca exploración sicológica de los personajes. En cambio, muchos de estos nuevos relatos están centrados en un personaje. Espero que siga habiendo trama, pero me interesa sobre todo explorar la sicología de los personajes”. Por otro lado, el autor boliviano que reside en Estados Unidos, donde enseña Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell, expresó que su reciente libro trae asimismo variaciones en la construcción narrativa.

 “Muchas veces, lo fui descubriendo con los años, los cuentos me salían con un golpe de efecto. Llegó un momento en que sentí eso como algo mecánico.Si eso no te sale de manera natural, esa cosa sorpresiva, puede ser que el impacto dure cinco minutos y luego comienzas a ver las costuras al cuento. Si hay un verdadero impacto emocional, el cuento no necesita de las tres últimas frases y puede ser que ese impacto te llegue tarde. Sin embargo, el asunto es que el cuento quede, que lo recuerdes. Creo que con los años he ido privilegiando no tanto el impacto del momento, pero sí que el cuento quede” enfatizó, apuntando también una exploración de la violencia. “Varios de estos cuentos tienen que ver de una u otra forma con la violencia infringida, perpetrada en el entorno, física y emocional; tienen que ver con la creación de un trauma, también con el momento que los personajes ya han dejado de ser lo que eran por algo que ha ocurrido, pero todavía no han terminado de procesar el impacto de ese trauma”, expresó el escritor.


 Traducido a nueve idiomas 

Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967) es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Es autor de nueve novelas, entre ellas “Río Fugitivo” (1998), “La materia del deseo” (2001), “Palacio Quemado” (2006), “Los vivos y los muertos” (2009) y “Norte” (2011); y de los libros de cuentos “Las máscaras de la nada” (1990), “Desapariciones” (1994) y “Amores imperfectos” (1998). Ha coeditado los libros “Se habla español” (2000) y “Bolaño salvaje” (2008). Sus obras han sido traducidas a nueve idiomas (hace poco se han vendido los derechos de traducción de “El delirio de Turing” al japonés y al turco, y los de “Norte” al francés y portugués). Paz Soldán ha recibido numerosos premios, entre los que destaca el Juan Rulfo de cuento (1997) y el Nacional de Novela en Bolivia (2002). Ha recibido una beca de la fundación Guggenheim (2006). Colabora en diversos medios, entre ellos los periódicos El País, La Tercera y El Deber, y las revistas Etiqueta Negra y Qué Pasa (Chile). Actualmente termina una nueva novela, “Iris”.
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